Un trabajo firmado por G. Richard Scott y publicado el pasado mes de diciembre en PNAS pone en cuestión la idea de que la morfología específica de los molares de algunas poblaciones humanas del sudeste de Asia se deba a la huella genética de los denisovanos, una subespecie de homínidos ya extinta y contemporánea hace miles de años del homo sapiens y los neandertales y con los que se supone que se hibridó. En la actualidad, el ADN de los denisovanos está presente en una parte de los actuales habitantes del sudeste asiático y, sobre todo, parte de Oceanía.

Hasta ahora, el único registro fósil de este grupo consistía en dos dientes y un hueso de una mano encontrados en la cueva de Denisova, en Siberia, además de una mandíbula hallada receintemente en el Tíbet, en la que se había identificado un segundo molar inferior con tres raíces, en lugar de las dos que habitualmente presentan los homínidos. Esta triple raíz es una variante común en las poblaciones asiáticas actuales, y de ahí que se haya pensado que estas han heredado el rasgo de los denisovanos a raíz de una antigua hibridación entre las dos clases de homínidos.

El nuevo estudio, en cambio, defiende que este rasgo no es en realidad similar entre denisovanos y humanos. Por un lado, las tres raíces en las poblaciones asiáticas actuales aparecen en el primer molar, no en el segundo; por otro lado, el estudio detallado del molar fósil tibetano revela que la configuración de las tres raíces, en lo que se refiere a tamaño, forma y posición, es distinta a la de los molares que tienen esta característica en las poblaciones asiáticas actuales. Por estas razones, los expertos concluyen que el origen de esta variación en los humanos actuales probablemente es distinto del que la produjo en los denisovanos.